El Estatuto, los ganadores y el cristal del que mira

Ayer fue el referéndum del estatuto de Cataluña (¿qué coño es eso de “estatut”? ¿El extremeño se llamará el “ehtatúo”? Hablemos castellano, por favor)

A lo que iba, en jornadas post-electorales, por razones que ni siquiera la física cuántica-relativa han podido explicar, todos los partidos se alegran por los resultados. Los que ganan porque ganan y los que pierden porque… ¿pierden?

El caso es que es divertido oír las declaraciones al día siguiente. “Hemos obtenido una gran victoria”, “Hemos recortado diferencias con la anterior derrota”, o incluso “Satisfechos, porque hemos conseguido pot primera vez la mayoría absoluta en Cogollos de Arriba”

Ayer con el referéndum volvió a repetirse tal fenómeno. Los del “SI” se alegran de ganar y dicen que las cifras son normales; los del “NO” dicen que han ganado ellos porque nadie ha ido a votar y eso indica el rechazo y la indiferencia. Creo que para la próxima vez, deberían echar una partida de parchís o algo parecido, donde no quede duda que el que gana es el primero en llegar a la meta, y dejarse de historias.

Los resultados de ayer no dejan mucha duda. No fueron a votar ni la mitad. Lógicamente, los que se molestan en ir a votar, normalmente es para decir que sí. Por eso hay un 70% a favor.

También me ha hecho gracia la comparación de los titulares de El País y El Mundo:

- La mayoría de los catalanes da la espalda al Estatuto que les define como 'nación (El Mundo)

- Cataluña da un 'sí' masivo al Estatuto con una participación que roza el 50% (El País)

Aquí están todos los titulares de la jornada según el color del periódico. Y también el cómo cambian las ideas según una cosa u otra (Vía Malaprensa)

Volviendo al Estatuto, tanta abstención indica que los catalanes nunca se han interesado por esto del estatuto, maniobra claramente política para engordar el ego y el narcisismo de los dirigentes, y que además les supuso más pérdidas que ganancias con los famosos boicots.

Y ahora, son los gallegos políticos gallegos quienes se quieren subir al carro de la Nación. Y me parece normal, porque si se lo han dado a los catalanes, ¿por qué no al resto?