Llevo desde el jueves del revés. Y es que eso de no tener ordenador durante estos días me ha impedido leer el correo, las noticias, actualizar blogs, escuchar música... ¡Maldita dependencia informática!
El problema que tuve fue que, al ir a encenderlo, se puso remolón como siempre, pero esta vez se cargó el arranque de Windows, por lo que tuve que reinstalar el sistema operativo. Pero al volver a arrancar lo único que hacía era reiniciarse una y otra vez, en medio de mil chasquidos, y maltratando todo el hardware.
Así que me rendí. Después de tres años y medio a mi lado, el ordenador había fallecido. Murió como todo un señor, al pie del cañón.
Y el viernes por la tarde fui a comprarme otro. Pero hasta finales de esta semana que empieza no me lo tendrán. Ahora estoy con uno prestado, para ir tirando.
Y yo que casi me estaba desintoxicando de esto de los bits...
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