jueves, 17 de noviembre de 2005

Nantes y La Encantadora Especie Canina

Hace algunas semanas fuimos a visitar Nantes. La fecha, si no recuerdo mal, fue el jueves 27 de octubre y los expedicionarios: María, Juan Luis, Katharina, Prado y yo.

Nantes es la capital del Pais del Loira, con medio millón de habitantes y está situada a 90 km de Angers.

Después de un par de días debatiendo cuando iríamos (pues había gente que también querían venir pero que preferían el sábado), finalmente se decidío ir el jueves, pues de los 5, había dos que el sábado no podríamos ir.

Total, que cogimos el tren y tempranito nos fuimos de turismo. El viaje, corto, no más de media hora. Al llegar allí, lo primero con lo que nos encontramos fue con las traseras del famoso castillo de Nantes. Pero, oh! Chasco! Aparte de que 1/3 de su perímetro (entrada principal incluida) estaba en obras, tapada con andamios, su interior estaba cerrado al público!

Despues de esta decepción, seguimos los carteles y nos dirigimos a la catedral donde... OH! MÁS OBRAS!! Me cago en la leche... La estaban blanqueando y la mitad de su fachada estaba tapada (la otra ya estaba reluciente). Afortunadamente, sí pudimos visitarla por dentro, y fue lo que hicimos, pues aún faltaba media hora para que Turismo abriese.

La catedral de Saint Pierre, sobria en adornos pero muy alta y luminosa. El tour por su interior no duró mucho y pronto nos fuimos a la oficina de turismo para saber qué visitar. Allí nos dieron un mapilla con un intinerario a seguir.

El intinerario se hizo rápido, cuando nos dimos cuenta, ya casi lo habíamos terminado. Poco que señalar en él: calles y edificios antiguos, un par de iglesias, el teatro nacional y pare usted de contar.

A destacar la Plaza Royal, con una bonita fuente (foto), aunque estuviera seca. En ella está representada la ciudad, en lo alto, flanqueada por el Loira (como dadora de vida) y sus 4 afluentes. En el momento de la foto, había tres sirenitas de más :)

Cerca del teatro, existe un pasaje comercial realmente encantador: El Pasaje de Pommeraye.
Blancas paredes de marmol, con largas y relucientes vidrieras que más que un pasillo de compras parecía un museo.

Hora de comer. Decidimos irnos a un parquecito donde habia un cesped de lo mas apetitoso. Los bocadillos tardaron poco en desaparecer y a mi me fue entrando un sueñito entre el sol, la hora que era y la barriga llena. Total, que me duermo, y ahí estaba yo, durmiendo, cuando de repente oigo gritos y jaleo, mucho jaleo. Uno abre los ojos y ¿qué se encuentra? El hocico de un cachorro de boxer a 2 centimetro de mi cara. De repente, una patada lo separa de mí. Veo que el grupo se acerca gritando. Un hombre al que no conocía de nada me empieza a pedir perdón. Yo, aún con la tostá encima, que no me acabo de enterar de que va todo esto. Un grupo de tías al fondo descojonándose. De repente, Prado me dice: "Tío! Que se te ha meado encima!!" Yo no acabo de comprenderla. El dueño del perro que lo coje y le pega una santa paliza mientras se sigue excusando y me ofrece su móvil para que le enviara la factura de la tintorería. Yo tocandome por todos lados y pensando: ¿Cómo coño me va a mear un perro encima? Nada mojado. "¡Que se te ha meado en el pie!" me vuelven a decir. ¡Ay coño! me toco la zapatilla... ligeramente húmeda. ¡Me cago en el puto perro de los cojones! Intentando conservar la poca integridad que me quedaba (y aún con media tostá encima), le digo al dueño del animal que no pasa nada, que el pobre chucho no lo podía saber (porque resulta que me dormí bocarriba con las piernas dobladas y el animal me confundiría con un arbolito. O eso, o es el perro más cabrón que he visto en mi vida). En fin, comprobando daños, verifico que, salvo la ligera humedad en la solapa de la zapatilla izquierda, todo lo demas está seco. La gracia vendría en casa por la noche, cuando viera el calcetín amarillo...

Una vez respuestos del incidente, proseguimos la visita, y finalizamos el recorrido del mapa. Así que tomamos la iniciativa y nos planteamos el ir a visitar el museo de Julio Verne (vivió en Nantes desde los 5 años) o ir a ver "La Isla de Versalles". Al final nos decantamos por la isla, y mejor, porque después nos enteramos que el museo estaba cerrado.

De camino a la isla, nos encontramos con el monumento a los caidos (creo recordar que de la 2ª Guerra Mundial), con una leyenda un poco rencorosa y vengativa sobre los alemanes.


La Isla de Versalles es una pequeña isleta situada en el medio del rio Endre, afluente del Loira. Está diseñada a modo de jardín asiático con riachuelos y fuentes por todas partes. En medio de la isla se encuentra un pequeño edificio de estilo japonés. Dentro existe una exposición permanente sobre la fauna y la flora del rio.

Ahí acabó la visita a Nantes. Estabamos cansado y sedientos. Nos tomamos un café en una cafetería cercana y nos encaminamos a la estación. Aún eran las 18:30h y nuestro tren salía a las 21h, pero no tuvimos que esperar, porque pudimos cambiarlo y venirnos antes.

En definitiva, Nantes es una agradable ciudad a visitar, la cual con el castillo y la catedral sin obras hubiera ganado más puntos. No merece un viaje en exclusiva para conocerla, pero si vives cerca pues para pasar un día turístico no está maleja.

Eso fue todo, amigos!

3 comentarios:

  1. no es por criticarte, tio, pero en el grupo de tias q se estaba descojonando cuand se te meo el perro encima, estaba yo tambien, q aunq m parecio una putada, m rei como nunca! asiq ya lo estas cambiando!! juanlu, uno de los expedicionarios

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  2. jajajaja juanlu lo q estas es celoso y robert una preguntita pq no haces mejor un libro? se te da muy bien.
    un saludo muy grande

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  3. Aaaanda yaaaaaaaaa!!!! paaaaaaaayo!!! Mardita sea tu estampaaaa!!! Que to los perros que veas se te meen encimaaaaa!!! Por estaaa!!

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