miércoles, 12 de marzo de 2008

Londres: El "fish & chips" inglés


Nada más llegar a Londres, me propuse convertirme en un habitante más, con sus costumbres y tradiciones.

Lo primero que hice fue atrasar el reloj una hora y nos adaptamos a sus horarios británicos.

Y lo segundo, dada la hora que era, fue el comer pescado frito con patatas; el famoso "fish & chips", como lo llaman los de allí, y del que tanto había oido hablar.

Este plato no es más que pescado rebozado frito con gajos de patatas pasadas por el aceite hirviendo.

En estas que entramos en un fish & chips cualquiera, Prado y yo, y nos llega la señora camarera con la carta. Vemos que hay menú y nada hay mas integrador que el menú del día. Y éste constaba del plato en sí, bebida, pan y postre. Y atención que aquí viene lo gracioso.

Para empezar, el pan no era pan norma, sino que eran rebanadas de pan bimbo untadas con mantequilla (que no estaban malas, la verdad).

El plato llevaba el pez frito, una buena ración de patatas, y guisantes, todo ello aderezado con mayonesa o mostaza. El pescado era de dos tipos: cod y haddock. Sinceramente, no teníamos ni pajolera idea de cual era cada uno, así que Prado se pidió un cod, y yo, por mi cariño a Tintín, un haddock. Más tarde nos enteraríamos que era bacalao, el cod, y eglefino, el mío (en mi vida había oído hablar de algo así).

Pero lo cachondo llegó con la bebida. En el menú ponía te/café, y uno, de costumbres continentales, pensó que eso sería para el final de la comida. Así que llegó la camarera y me preguntó que quería beber y le dije: "Coca Cola"
.-"No, mire, té o café"
.- "... ¿Agua?"
.- "¡Que no, oiga, té o café!"

Y yo pensando: "¿Cómo voy a tomar café caliente con la comida? ¡Beberé agua, como las personas normales!" El caso es que, ante el careto que se le estaba poniendo a la britis, pedí café.. Y vaya café, ¡menuda porquería! Cuanta razón tienen los que dicen que en Inglaterra probaras el peor café del mundo.

Mientras Prado se tomaba su té calentito, yo miraba y remiraba la taza del café famélico que tenía en frente.

Desde ese momento, ya me sentía como un inglés más: atrasado en una hora y alimentado con el famoso eglefino que estaba regado por un asqueroso café. ¡Viva la integración turística!

Salí de allí con dos cosas claras: cada vez comprendía más a Obelix en su viaje a Bretaña y aquella sería probablemente la última vez que pisara un "fisansip" de esos.

Ni que decir tiene que por la noche cenamos un sabroso pollito portugués...

2 comentarios:

  1. Si es que como la cocina española no hay ninguna. Y despues un buen carajillo. En Herrera todavia te recordamos. Saludos de Ricardo y Wilo.

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  2. Hombree!! Donde va a parar!!

    Y es que donde se ponga una cervecita bien fria y una pancetita a la brasa, que se quiten fishes, chipses y cafeses de mala muerte

    Ese PAC de Herrera!!!

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