viernes, 19 de mayo de 2006

Roma: El Final de Una Fantástica Visita (III)

Habíamos nombrado a Bernini y a Ángeles y Demonios. Y ya que nombramos al artista y a la novela, pudimos contemplar la fuente donde se desarrolla la escena final (trankis, no hay spoilers). Concretamente estaba en la Piazza de Navona, y estaba rodeada de dos fuentes de menor tamaño. La plaza está ubicada sobre las ruinas del Circo Dominicano, de ahí su forma ovalada. La famosa fuente es conocida como La fuente de los Cuatro Ríos (1651) y es una alegoría a los grandes ríos conocidos en la Antigüedad: El Nilo en África, el Ganges en Asia, el Danubio en Europa, y el Río de la Plata en América. A modo de figuras humanas, cada río cuenta con referencias al continente en cuestión. Así, habrá un caballo para el Danubio, un león para el Nilo, un caimán para el Río de la Plata y una palmera para el Ganges. Curioso destacar que la figura del Nilo tiene la cara tapada, pues en la época, realmente no se sabía donde estaban los comienzos del río.

Al lado del africano, uno de los ríos se tapa la cara horrorizado. La razón es bien sencilla: enfrente de él está la Iglesia de Santa Inés en Agonía, obra de Borromini; y precisamente, Bernini y Borromini no fueron muy amigos. Con este detalle, Bernini expresó lo que pensaba de Borromini y su obra (el gigante estaba espantado de lo mala que era la iglesia en cuestión)

Entre las cuatro figuras había un obelisco que dominaba la plaza, coronado por una paloma, símbolo conocido del Espíritu Santo, y emblema de los Pamphili. La fuente no se parece mucho a la que describe Dan Brown en la novela (pero que Dan Brown es especialista en manipular y desvirtuar situaciones y lugares ya lo sabemos), y una vez que la contemplas, te das cuenta cómo Brown te ha tomado el pelo y su absurda escena no puede ser posible. En fin, olvidé todo eso y me concentré en la fuente, una autentica maravilla, rodeada también de gente, aunque, afortunadamente, con menos éxito que la Fontana. Estuvimos contemplándola un buen rato al detalle. Sin embargo, para las dos fuentes laterales apenas dedicamos un par de minutos. Y no por su poca calidad, (la del tritón y las sirenas era fantástica), sino por lo apretado de nuestro planning, y es que aun quedaba un montón por ver. ¡Una lástima!

En la Piazza de Espagna tampoco estuvimos mucho rato, el justo para las fotos de rigor. Estaba también hasta la bandera. De hecho, ese día, el 25 de abril, Roma entera estaba hasta la bandera. Se conmemoraba el aniversario de la liberación del país por las tropas americanas. La plaza estaba hermosamente adornada con infinidad de flores en todo lo largo de las escaleras. Sin embargo, la Iglesia de la Trinidad estaba en obras, aunque ya retirando los andamios, y no pudimos verla en todo su esplendor. Andando un poco, al lado estaba la Galería Borghese, en medio de unos extensos jardines situados en lo alto de una colina. Esta galería cuenta con una gran y preciada colección de obras de arte, tanto de pintura como de escultura, con trabajos de Bernini, Rafael, Tiziano y Rubens entre otros. Alejandro nos dijo que era impresionante, merecedora sin duda de su visita; pero no entramos por varias razones: una vez más el ajustado planning, su modo de visita, pidiendo cita para el día siguiente (sólo admiten 360 personas por día), el haber estado ya en el Louvre (donde hay obras parecidas) y su precio, de casi 10 euros. Sin embargo, pudimos disfrutar de una bonita vista de la ciudad.

Y hablando de vistas, Roma te ofrece muchas y muy bonitas. Al estar rodeada de 7 colinas, tienes la posibilidad de ver la ciudad desde distintos ángulos. Remarcaré una de ellas. En el barrio del Trastevere (el Montmatre romano), después de subir bastantes cuestas y escaleras, llegamos a la Piazza di San Pietro in Montorio, donde se encontraba la Embajada de España en Italia (existiría después la Embajada en el Vaticano, en la Piazza de Espagna). ¡Menuda choza tienen montado el Embajador y sus colegas! El antiguo Palacio de Montorio. De vez en cuando veía pasar algún nacional por el patio, que parecía sacado directamente de alguna casa española. Desde allí disfrutamos de una gran panorámica desde la parte oeste de la ciudad.

Como subimos, bajamos y recorrimos el conocido Trastevere, donde puestos artesanales y algo mas piratillas intentaban llamarte la atención. El barrio estaba algo apagado pues es por la noche cuando aquello se anima de verdad. Famosa es la trattoria italiana La Parolaccia, donde el maître te recibe efusivamente poniéndote como un trapo, ante tu mirada asombrada (si no sabes de que va el tema) y el cachondeo popular de los que están sentados (y ya han pasado por lo mismo).

¿Y qué nos queda ya por visitar? Por ejemplo, la Piazza del Popolo, con un gran obelisco en el medio y dos iglesias gemelas en la parte sur (Santa Maria di Montesanto y Santa Maria di Miracoli, ambas de 1662) (foto). Del famoso tridente romano de su callejero, esta plaza es el comienzo de las tres ramas (Vía Ripetta, Vía del Corso y Vía del Babuino), quedando la piazza en el medio de la figura. Roma experimentó verdaderas revoluciones en su urbanismo a lo largo de los siglos.

La Basílica de Santa María La Maggiore, situada cerca de la estación de Termini, fue en su tiempo una antigua iglesia paleocristiana. Apenas llegamos a verla, pues justo llegamos 10 minutos antes de cerrar. Allí es donde está enterrado el pobre y olvidado Bernini.

La catedral de Roma es la Basílica de San Giovanni in Laterano (foto), situada en la Porta de San Giovanni. Tiene el titulo honorífico de Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caputJuas!), que viene a decir que es la madre y cabeza de todas las iglesias de Roma y del mundo (parece ser que incluso por delante de la de San Pietro). En su interior, en la nave central, las grandes e imponentes estatuas de los apostoles te observaban desde sus pedestales en tu avance hasta llegar al altar papal.

Por último, aunque no menos importante, fueron los Foros Romanos (foto inferior): ¡Magníficos!. Al estar allí te sumergías en la Roma Antigua y alucinabas con la grandiosidad de algunas de construcciones. También estaba hasta la bola, pero era algo previsible. Cada emperador, bajo su mandato, hacía construir lugares de discusión y núcleos administrativos y financieros donde se desenvolvía la actividad de la ciudad. Allí estaban los Templos de Marte, Saturno, Venus y demás deidades romanas. Es tal la cantidad de material que hay allí, que mucho está almacenado en montones como si ripios de obra se tratasen. Aparte, algunas zonas estaban cerradas por trabajos arqueológicos. Aquí tenéis información más detallada sobre esta magnífica área.

Y aquí termina nuestra visita turística por Roma, que como ya dije, me ha salido extensa. Espero que no os hayáis aburrido demasiado y os hagáis hecho una idea aproximada de esta esplendida ciudad.

En el próximo post os hablaré del día en que fuimos al Vaticano, que ahí hay bastante tela que cortar.

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