Acabando ya el relato del viaje a Bélgica, que se está haciendo más largo que una meada cuesta abajo, llegamos al último día, sábado 25 de febrero, donde el plan era ver Bruselas hasta las 19.30 que salía nuestro tren.
Voy a intentar ser breve, pues está pareciendo que el viaje duró 2 meses, y además se me acumulan los viajes a otros sitios.
El último día en Bruselas fue un tranquilo paseo por la ciudad revisitando los sitios que ya conociéramos el primer día, y acudiendo a otros que nos quedaban por presenciar.
Por la mañana, pudimos ver el gran Palacio Real, justo en frente del Parlamento Belga, el Arco del Triunfo, situado en un bonito parque junto al Museo Militar, y de regreso estuvimos en la zona europea, con el Parlamento Europeo (foto), la Plaza Schumman (creador del concepto actual de Europa), y el edificio de la Comisión Europea.
He de decir que la primera impresión del parlamento fue decepcionante, pues al hablar de parlamentos y tribunales, siempre me hago la idea de los actuales, que suelen ser edificios antiguos y bonitos, con y sin columnas y escaleras, y en este caso no; se trata de un edificio moderno todo en cristal que reflejaba los rayos del sol, que realmente es muy bonito.
Ya en el centro volvimos a estar en la Catedral, que la visitamos por dentro, en la Gran Plaza, con el Ayuntamiento, y en la Plaza de España, con Don Alonso Quijano y su amigo Sancho en lo alto.
Justo al lado descubrimos unas galerías comerciales muy bonitas (foto), cuyo techo poseía unas esplendidas vidrieras. Los precios, prohibitivos, pero los escaparates y el ambiente, geniales.
Llegó la hora de comer, que coincidió con la hora de vaciar la vejiga. Sabiendo la tendencia europea a cobrarte por tan necesidad básica, decidimos que aprovecharíamos el restaurante para ir a mear. Tras un par de tentativas, decidimos que el Quick sería el ideal. El Quick poseía unos estupendos urinarios previo pago de 50 céntimos, si no eras cliente. La conversación con el empleado me tocó los cojones. Fue algo así:
[Después de pedir los dos menús] ¿Tienen alguna reducción para estudiantes? No, no tenemos.- ¿Me vas a cobrar un euro por el keptchup y la mayonesa? Si señor, es lo que vale.- ¿SIENDO CLIENTE TAMBIÉN TENGO QUE PAGAR PARA IR AL PUTO BAÑO??? El hombre me mira con cara indignada y me dice: Si, señor, aquí se paga por todo (en un tonillo como diciendo “que ratas son estos españoles”) ¿Soy rata por parecerme un robo que te cobren por mear en un restaurante? No lo creo. ¿Era gilipollas el empleado? Seguramente. ¿Tuvimos que pagar por mear? Ya te digo, Rodrigo.
En fin, el colmo de los colmos con estos ladrones. Para que luego digan que viajar no te enseña mundo…
Después de comer nos fuimos al Museo del Cómic, que estaba al lado de la catedral (por si no lo sabéis, Los Pitufos y Tintín son belgas). En la entrada nos hicimos un par de fotos tanto con los enanillos azules como con el reportero engominado, o más bien su cohete (foto).
Ya se iba haciendo tarde y nos dirigimos al hotel a por las maletas. De camino seguimos viendo sitios desconocidos, como el Teatro Real, o un par de antiguas iglesias.
A las 19.40, nos despedíamos de Bruselas y de Bélgica con un agradable sabor y con la sensación de que el viaje había valido sin duda la pena.
Actualizacion 10 Abril 2006: Prado me recuerda, correctamente, que en realidad no llegamos a mear en el Quick, tal como estabamos de indignados, y que la micción tuvo lugar en una cafetería donde disfrutamos de un relajante café y planificamos el resto de la tarde
Habrá que creer…
Hace 11 años
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