La Atención Primaria no atraviesa su mejor momento. Está tan saturada que cuesta horrores que los equipos sanitarios desarrollen eficazmente su función.
Parece ser que la clave está en el dicho "morir de éxito". Durante las dos últimas décadas se ha insistido por activa y por pasiva en que la población tome consciencia y partido de su salud. Y esa población es la que actualmente exige una desproporcionada demanda de los servicios sanitarios.
La raíz del problema está en la equivocación del concepto "tomar partido de la salud". La Atención Primaria debe tener uno de sus pilares en la educación para la salud (EpS), enseñando al individuo a cuidarse y a identificar posibles problemas de salud.
Todo ello debería ir encaminado a que el individuo sea independiente en sus propios cuidados.
Sin embargo, éste ha tomado el camino de la comodidad, y más que comprometerse con su salud y esforzarse por aprender y asimilar conceptos básicos, lo que se hace es delegar toda la responsabilidad sobre el sanitario.
Así, y por poner un par de ejemplos, curas simples con betadine o agua oxigenada que antes se hacían en casa de toda la vida, ahora se va al centro de salud; las inyecciones de fraxiparina en la barriga, las pruebas de glucemia, etcétera...
Pero parte de la culpa la tenemos los mismos profesionales, que antes de dar consejo y explicaciones, preferimos realizar la técnica convirtiendo al paciente en un mero espectador. Si, por el contrario, explicásemos como poner las inyecciones en la barriga, como pincharse en el dedo o como realizar las curas, aparte de liberar recursos para lo verdaderamente importante, pasaríamos a conseguir un individuo independiente e interesado por su propia salud.
Muchos podrían decir que así nos quitamos trabajo de en medio, pero sin embargo, lo que realmente pasaría es poder dedicarle a cada enfermo su justo tiempo, ahondar en sus problemas sociosanitarios y buscar soluciones.
Sin embargo, la gente no quiere eso. La gente mas que prevenir, lo que quiere es ser curada.
Y así nos va...
Parece ser que la clave está en el dicho "morir de éxito". Durante las dos últimas décadas se ha insistido por activa y por pasiva en que la población tome consciencia y partido de su salud. Y esa población es la que actualmente exige una desproporcionada demanda de los servicios sanitarios.
La raíz del problema está en la equivocación del concepto "tomar partido de la salud". La Atención Primaria debe tener uno de sus pilares en la educación para la salud (EpS), enseñando al individuo a cuidarse y a identificar posibles problemas de salud.
Todo ello debería ir encaminado a que el individuo sea independiente en sus propios cuidados.
Sin embargo, éste ha tomado el camino de la comodidad, y más que comprometerse con su salud y esforzarse por aprender y asimilar conceptos básicos, lo que se hace es delegar toda la responsabilidad sobre el sanitario.
Así, y por poner un par de ejemplos, curas simples con betadine o agua oxigenada que antes se hacían en casa de toda la vida, ahora se va al centro de salud; las inyecciones de fraxiparina en la barriga, las pruebas de glucemia, etcétera...
Pero parte de la culpa la tenemos los mismos profesionales, que antes de dar consejo y explicaciones, preferimos realizar la técnica convirtiendo al paciente en un mero espectador. Si, por el contrario, explicásemos como poner las inyecciones en la barriga, como pincharse en el dedo o como realizar las curas, aparte de liberar recursos para lo verdaderamente importante, pasaríamos a conseguir un individuo independiente e interesado por su propia salud.
Muchos podrían decir que así nos quitamos trabajo de en medio, pero sin embargo, lo que realmente pasaría es poder dedicarle a cada enfermo su justo tiempo, ahondar en sus problemas sociosanitarios y buscar soluciones.
Sin embargo, la gente no quiere eso. La gente mas que prevenir, lo que quiere es ser curada.
Y así nos va...
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