Ayer fue 13 de diciembre, Santa Lucía, y el refranero popular dice que “
Santa Lucía acorta las noches y alarga los días”
El problema es que este refrán tan antiguo y sabio contradice toda la ciencia que se estudia en el colegio. Es decir, según los libros de texto, la noche más larga del año es el 22 de diciembre (
solsticio de invierno), y es a partir de ahí cuando empiezan a ser los días más largos.
Siempre me he preguntado tal paradoja, y no fue hasta este verano que no supe la respuesta, gracias a Matilde Asensi y su “
Último Catón”.
Todo este embrollo es culpa del Papa
Gregorio XIII, quien introdujo el calendario gregoriano en 1582 y trastocó todas las fechas del anterior calendario juliano. No fue un mal cambio, porque se empezó a medir los días con mas exactitud y precisión, pero al principio si hubo bastante jaleo con los días, pues ni siquiera todos los países lo adoptaron al mismo tiempo. Podríamos estar hablando del calendario gregoriano hasta mañana, pero grosso modo diremos que lo que se hizo fue añadir diez días más al año, concretamente del 4 de octubre se pasó al 15 de octubre de 1582, pues el anterior modelo había producido un desajuste de esos días en el tiempo real.
Volviendo a la patrona de los ciegos, en el calendario juliano, el solsticio de invierno era el 13 de diciembre (Santa Lucía), pero con la suma de los diez días, el solsticio pasó a ser el 22. Sin embargo, la festividad y los refranes de Lucía se quedaron como estaban.
Este cambio de calendarios es también el responsable de la falsa creencia de que
Cervantes y
Shakespeare murieran el mismo día (23 de abril), ya que Inglaterra y España no aprobaron el calendario al mismo tiempo (por lo que murieron con 10 días de diferencia).
Como curiosidad, el último país en adoptar este calendario fue Grecia en 1923, más de 300 años después que el resto.
Para saber más:
-
Santa Lucía-
El calendario gregoriano
-
El calendario juliano
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