lunes, 18 de diciembre de 2006

El puente en Madrid: El Museo de Ciencias

Los días que pasamos en Madrid en este pasado puente (dos prácticamente) los dividimos como buenos hermanos entre la ciencia mas divulgativa y enriquecedora y el consumismo mas desaforado y agresivo. Pero hablemos hoy de la ciencia enriquecedora.

El miércoles 6, día de nuestra carta magna, nos acercamos al Museo Nacional de Ciencias Naturales situado en pleno Paseo de la Castellana. Normalmente son cinco euritos, pero por ser festivo nos invitaron a entrar. Gente había mucha, padres con sus chiquillos sobre todo.

Lo primero que vimos es el área del Mediterráneo, donde la flora y la fauna de esta región esperaban al visitante para mostrarle todo su esplendor. En esta sección co-habitan cientos de animales disecados (o figuras artificiales muy bien logrados), desde multitud de insectos de todos los géneros, pasando por aves o reptiles hasta los mamíferos como el imponente lobo o cabras montesas. Paneles informativos anexos te informaban sobre la evolución de la fauna en las distintas épocas. Unos juegos de ordenador didácticos completaban la visita para los más peques (y no tan peques)

Justo al lado habían instalado una exposición temporal sobre nuestro premio Nóbel Santiago Ramón y Cajal, donde se mostraba su vida, su trabajo y sus premios. Aparatos de la época o sus armarios donde guardaba sus muestras acompañaban al diploma y la medalla recibidos en Suecia en 1906.

En la parte superior había algunas vitrinas con animales prehistóricos y la evolución de ellos hasta nuestros días, pero era algo escasa, mientras el resto de la planta permaneció cerrada inexplicablemente.

La planta del sótano estaba dedicada a la caza y la exploración, con alusiones a la extinción de las especies por parte del hombre y multitud de cabezas de animales sobre las paredes de todo tipo de animales. Me pareció una sala del siglo XIX tanto en la decoración, típicamente de la época, como en el espíritu que se respiraba de dominio del hombre sobre las especies, con todos esos trofeos en los muros.

En el edificio de al lado se encontraba la geología, la paleontología y la antropología. Fósiles de hojas y organismos invertebrados y huesos de dinosaurios reales junto a maquetas de animales prehistóricos. Aparte, un repaso por el camino que el hombre ha seguido hasta convertirse en lo que es: desde los primeros primates hasta el homus erectus y sapiens. Solo les quedó por poner el homus corruptus, tan de moda últimamente. Lo último que vimos fue la tectónica de placas y los diferentes minerales existentes en la naturaleza y el uso de alguno de ellos, lo que me recordó aquellas clases de geología con Tony Lara.

En definitiva, una agradable mañana que me sirvió de repaso a todo lo que hube aprendido en mis años de estudios y que fue un placer recordar de este modo.

Pero sin duda, lo que mas me llamó la atención fue la cara de asombro de muchos chavalines al ver los animales disecados o las impactantes maquetas de los dinosaurios. Seguramente la misma cara que cuando yo fui por primera vez a mis 10 años de edad.


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