La píldora del día después.

Hace pocos días que se aprobó la dispensación de la píldora del día después sin necesidad de receta médica, de venta libre en farmacia.

La hipocresía de este país ha vuelto a aflorar al surgir voces críticas con esta medida. Unos, los antiabortistas, porque dicen que este medicamento es la pena de muerte para miles de fetos que serán algún día futuros bebés (algún día hablaremos del aborto). Otros, los médicos, porque dicen que un medicamento de estas características no se puede dispensar sin receta.

Lo cierto es que la situación había llegado hasta tal punto que dicha receta se estaba vendiendo en los botellones de los fines de semana por 30 euros a quien la necesitara.

En la Europa civilizada (cómo no), esta medida ya lleva implantada varios años y todo parece ir estupendamente. Pero hay algunas diferencias:


- En Europa no te vas a encontrar al farmacéutico pro-vida que se niegue a venderla por una supuesta objeción de conciencia.


- El precio de las pastillas no llega a los 10 euros, cuando aquí te meten un sablazo del doble.

Mi opinión, como profesional del sector, es que esta medida favorecerá a las mujeres y evitará situaciones peligrosas tanto físicas, psíquicas y sociales.

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