Acabamos de llegar de las puertas del teatro López de Ayala, donde hay una cola bastante curiosa para conseguir las entradas de la final de mañana.
Eran las 3 de la mañana y los primeros puestos ya hacía tiempo que estaban cogidos. Según contaban, los primeros valientes desplegaron sus sillas y sus mesas (sólo faltó la sombrilla) a la una del mediodía (por lo que llevan 15 horas de cola y les esperan otras 6 más)
Una locura, sin duda. Aunque estando allí, no lo parece tanto. Entre guitarras y cajas, palmas y gritos,
trivialpusuits y barajas y cubatas y mantas, el tiempo no pasa tan despacio. Claro que dentro de unas horas, cuando las fuerzas decaigan y caiga la pelona (porque esta noche hace frío), veremos a ver si no desean estar en casita calentitos.
Pero todo vale por el concurso de mañana, por la gente que conoces y porque, ¡qué coño! ¡estamos en carnaval!
Ya habrá tiempo de reprimirse y lamentarse en la cuaresma.
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