Ya les dije que fuimos a pasar unos días a Londres para que la familia de mi novia conociera la ciudad.
Fue un reencuentro de conocidas sensaciones y de saludos al extraordinario ambiente londinense.
Tras tres visitas, aún sigo asombrándome con el cambio tan drástico con respecto a cualquier ciudad española: el encanto del
Soho, el barrio chino con sus patos en los escaparates, el perenne bullicio de
Picadilly Circus o el contraste entre lo clásico y lo moderno.
Por no hablar de los lugares más típicos: el majestuoso
Parlamento presidido por el
Big Ben (no puedo evitarlo, siempre me acuerdo de Willy Fog),
Buckingham Palace,
Trafalgar Square, la
Torre de Londres y el
Puente de la Torre o la
Abadía de Westminster.
Me estoy dando cuenta que cada vez me gusta más Londres. Por no hablar de que es reino mundial de una de mis mayores aficiones: los musicales. Esta vez tocó
"Les Miserables" (cuyo post está casi acabado).
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