Como ya anuncié, estos días anteriores me fui a pasar unos días por Andalucía, aprovechando el Congreso de Música de Cine de Úbeda.
Una de las paradas fue Córdoba, que durante día y medio la recorrimos cuanto pudimos. Lo que mas temía era el calor asfixiante que podía hacer una mañana de julio, pero debo decir que el tiempo se apiadó de nosotros y, aunque hizo calor, se soportó perfectamente (el termómetro rondó los 40º).
Nuestro hotel, Los Omeyas, estaba situado prácticamente al lado de la Mezquita. Era una antigua casa, reformada y acondicionada para un hotel. Las instalaciones eran magníficas y junto a su ubicación lo hacían muy buena opción. Además, el precio era muy competitivo: 45 euros la noche. Desde aquí os lo recomiendo.
Llegamos a Córdoba con el tiempo justo para dar una vuelta antes de comer. Decidimos ir a ver el Alcázar de los Reyes Cristianos, que era una especie de fortaleza con sus jardines en el interior (foto).
Una de las paradas fue Córdoba, que durante día y medio la recorrimos cuanto pudimos. Lo que mas temía era el calor asfixiante que podía hacer una mañana de julio, pero debo decir que el tiempo se apiadó de nosotros y, aunque hizo calor, se soportó perfectamente (el termómetro rondó los 40º).
Nuestro hotel, Los Omeyas, estaba situado prácticamente al lado de la Mezquita. Era una antigua casa, reformada y acondicionada para un hotel. Las instalaciones eran magníficas y junto a su ubicación lo hacían muy buena opción. Además, el precio era muy competitivo: 45 euros la noche. Desde aquí os lo recomiendo.
Llegamos a Córdoba con el tiempo justo para dar una vuelta antes de comer. Decidimos ir a ver el Alcázar de los Reyes Cristianos, que era una especie de fortaleza con sus jardines en el interior (foto).
Lo mejor fueron los jardines, muy bonitos con todas sus flores, sus fuentes y sus pajarillos. Dentro del edifico, lo mas destacable es subir a las torres, para tener una vista desde lo alto de la ciudad. Hay que decir que lo vimos algo deprisa, pues entramos media hora antes del cierre, y uno de los guardias a los quince minutos ya nos estaba invitando a irnos. Además, parece ser que los jardines abren gratuitamente a la noche.
Después de allí fuimos a comer, donde mi amigo Pablo me recomendó el salmorejo y los flamenquines. Debo decir que acertó en su propuesta. Y después de comer, nada mejor que una siestecilla para descansar del viaje.
Lo siguiente fue la Mezquita árabe, pero eso, ya os lo contaré en otra ocasión (que luego esto me sale muy largo). Aquí os dejo una foto de su patio:
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